Hoy en Don´t Panic: El enojo

El enojo o la ira debe ser una de las emociones más básicas que tenemos como personas. Color primario en la mente para expresarse, hablar y comunicarse con otros. Es fácil además, podemos acelerar de 0 a furioso, en 4 segundos o menos, y contagioso, basta con un pequeño tropiezo para que las piezas de dominó caigan en cadena y una mayoría no tan silenciosa explote en molestia, quejas y garabatos.

Y es en esta facilidad de aceleración y contagio, que quienes comunican, gobiernan o son “públicos” deben tener mucho cuidado, o al menos eso uno pensaría, que calculan cada palabra, cada pausa, cada respiración, incluso sus micro-expresiones, el largo de la sonrisa, la altura de las cejas y cada movimiento del cuerpo. Pero eso es solo teoría, en verdad a ninguno de ellos le importa, y si hacen como si les importara, es solo para conseguir un poco de rating, un poco de la encuesta, un poco de votos, total, a los demás mientras los dejen vivir tranquilos todo lo que digan les tiene sin cuidado.

Todo esto hasta que te tocan los huevos, o te meten el pico en el ojo, ahí sí que el enojo florece y te acuerdas del imbécil que apareció en televisión hablando del puto transantiago que habría mejorado un 20%, un 40%, y tú ves, tú sientes la transpiración del otro en tu cuerpo mientras vas en el metro/micro, y cuando ves la sal de tu polera, camisa o blusa al llegar a casa no sabes si es la tuya o la de los cientos de personas que estuvieron en contacto forzoso contigo. Mejor no pensar en eso, y lanzar la ropa a la lavadora, que como comedora de pecados que es, no cuestionará el origen de nada, solo limpiará sin juzgar, sin miradas, sin cobrar el perdón por los pecados cometidos (o que te cometieron) en tu viaje de la pega la casa.

Ahhh, pero no todo acaba ahí, luego de que estás podrido en cansancio, que te salen hongos de desazón y enojo (nuestra palabra clave), te vas a las redes sociales y tus amigos y amigas light han puesto en el neón más exagerado un artículo sobre las 10 idioteces que se deben hacer para ser exitoso, feliz. Si hasta cuelgan videos inspiracionales dichos por la figura televisiva de turno, que por supuesto te vende la pomada de que todo está en ti, que tienes que hacer ejercicio, vivir sano, y cuanta pelotudez más. Como si tuvieras tiempo de sobra, como si el trabajo, el transporte, el escuchar a estos personajes “públicos” te hubiera dejado vuelto al pagarles con tu energía.

Puta que es fácil enojarse, en especial en la ciudad, y para qué digo ciudad si saben que es Santiago. A veces parte el día y de verdad uno se siente bien, no pasan 5 minutos y te recuerdan que tu estado natural en el universo es estar en el borde de la ira, o si no depresivo. Dices, voy a salir en bicicleta para matar 2000 pájaros de un tiro en esto del vivir bien, y de pronto, no van dos cuadras y una camioneta tamaño tanque, hecha para atravesar montañas y pasear cabros chicos por igual pasa a 10 centímetros de matarte, pero no importa, sigues tu camino, respetas las reglas del tránsito aunque los demás no lo hagan y detrás un amigo ciclista, compañero de la ruta, te empapela a garabatos por no ser “víoh” y pasar el semáforo en rojo.

Podemos seguir con la lista del enojo, cómo dije, es fácil hablar de él, sentirlo, hacerlo aparecer. Controlarlo es lo difícil, ser capaz de usarlo, moldearlo y aprender a vivir con él, es complejo. Sentir empatía por el que sufre con estos sentimientos es aún más raro, pero es un ejercicio necesario, porque de no practicarla solo somos una más de las tantas piezas de dominó que caen en infinita cadena que se rompería si lográramos entender el por qué del otro, sea quien sea ese otro. Piénsalo, en el metro todos tienen un objetivo similar, si alguien entró apurado y te empujó al sudor de otro, no es por gusto, es porque al igual que tú, quiere llegar a casa y relajarse, o estar con los que quiere. Si esa persona te tiró su panzer 4×4 quizá es porque el saco de weas de su jefe o jefa la está presionando para llegar a una hora estúpida, o le pedirá algo estúpido en el trabajo, no justifico la acción de poner en peligro al que va en bici, pero si de comprender que no tenía la intención de matarte, de que con un saludo o gesto te pedirá perdón e irá con más cuidado. Y con el político o figura pública, en verdad mándalos a la mierda, la empatía no sirve con ellos.

 


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