Usted no lo diga: hijo de puta

Los garabatos son un arte, un arte que está al alcance de todos. Y que tienen dos funciones, según yo, y mis estudios por las calles y las intimidades del hogar nacional, por un lado ofender, de hacer daño a algo o a alguien; y por otro, como una exclamación, de alegría, rabia, dolor, creo que un golpe en el dedo chico del pie amerita un conchatumadre bien dicho, o un chetumare, o un conchelalora, según le nazca a cada quien.

Al darle el carácter de arte, exige cierto respeto, no en cuanto exclamación pero sí en cuanto maldición profunda dirigida a un otro. Así vemos que un domingo cualquier, un diputado cualquiera, publicó en su cuenta de twitter que cierto empresario era un “hijo de puta”, con la aclaración de no querer ofender a las chicas de las esquinas.

Se ofende a quien no se quiere ofender y no se entiende a quién sí quiere insultar, debiendo aparecer un decano muy letrado traduciendo de que no se trata de una acusación  hacia la madre de alguien, sino que simplemente se intenta decir que es una mala persona. Pero, si alguien le cae tan mal, que le hace twittear lo pésimo que lo encuentra, en un día domingo ¡¿Cómo no se va a tomar diez segundos en pensar un insulto decente, donde quede claro que es una MALA PERSONA?! Y no tenga que venir la RAE a explicar lo que quiso decir.

No quiero hacer leña del árbol caído, porque bien mal la sacó ese diputado, sin embargo nos entrega una oportunidad de discusión, en que ya es cuestionable el utilizar garabatos del tipo hijo de puta, por favor, ya la madre de cada uno es libre de agitar su carterita o andar de monja, es cosa de ella no más. Si hasta al hijo de Darth Vader le damos la posibilidad de reivindicarse, y gritamos con él su Noooooooooooo… entonces ¿Por qué juzgar al origen materno? Todas las madres tuvieron sexo para ser tales, el que hayan cobrado o no, ya no debería ofendernos si tenemos más de quince años.

Por eso, es necesario detenernos, y ver que la invitación que se nos abre es a crear chuchadas respetables, que sean un combo breaker, sobre todo si son por las redes sociales, porque se tiene el tiempo para pensarlo bien, y se tiene la posibilidad de odiar bien. Siendo este odio tan humano, es posible dirigirse incluso desde el feminismo, ya que no estaríamos hablando en contra del machito, porque todos tenemos un gorila medio facho en el interior, que se nos sale en pequeños gestos, sobre todo en momentos en que nos da por andar puteando al resto. Ya que el machismo no es una enfermedad de algunos, sino que es una estructura política, transversal a diputados, empresarios, madres, y astrofísicas, y con lo difícil que sea, habrá que pensar incluso antes de garabatear a quién no le deseamos el bien.

Como cuando se utiliza el término feminazi, presentando a la teoría de género como una búsqueda de la destrucción de lo masculino, como si se tratara de amazonas con vaginas dentadas. Trol de internet, en serio, el patriarcado nos jode a todos, quizás a algunas más que otros, incluso a ti, que crees que está todo bien. Además, debes saber, que aquel que habla de feminazis como insulto, también nos habla de quién es, que es un ser humano que cree que al asimilar al movimiento con un partido político genocida, le quita valor, y sólo deja claro su ignorancia y su cero empatía.

Entonces, hablando de garabatos como arte, el cielo es el límite. Arriba quienes garabatean y aquellos rápidos de mente que insultan sin putear, y ánimo para el resto de nosotros, que se nos ocurren las frases para el bronce dos días después.


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